jueves, 2 de junio de 2011

Cazadoras


Por las noches salen a cazar las mariposas: cambian sus inocentes alas por redes de pequeños hilos que cantan, hilos de cantos de sirenas olvidadas; se hacen aparecer en sus manchas reflejos del oro perdido (aquél de las leyendas) que buscan los hombres cuando sueñan, que viven buscando despiertos entre las piedras sueltas de las banquetas. Idiotas. Esos hombres son presas sencillas, no requieren estrategias complejas ni cárteles enteros de dianas: andan con los ojos vendados, ni se percatan del aleteo sutil que los acompaña, hasta que dan el último paso, tropiezan. Entonces, a esa hora, se oye el sonido de miles de hombres que desaparecen, los suspiros de ésos que se acaban a manos (a alas) de nocturnas voladoras despiadadas. Por las noches, al menos, las mariposas tienen la última palabra.

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