martes, 3 de mayo de 2011

De las miradas... (II)

¿Qué sería de mí sin las miradas? ¿De esto? Esas miradas que duran un segundo de más, que destantean, que se sienten en el vientre como una puñalada, como el preludio del amor o su epitafio. Miradas que deletrean una caricia tardía, nostálgica, inexistente; un orgasmo en la mirada, la mirada que lo completa, que lo desata; la mirada que asesina sin piedad ni frío, sin titubear, tantas veces como sea necesario para quedarse grabada en el alma. Las miradas peligrosas y robadas que dan de comer al tiempo, que lo nutren, que lo hacen más que una dimensión lineal de pupilas inconexas y estáticas. Las miradas que no acaban, ni cerrando los ojos, ni quedándonos ciegos, ni nunca.

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