viernes, 25 de marzo de 2011

Andrés Flores Hintz IV

IV


Cuánto mar, cuánta vida
–cuánto de ti– me regalaste.
Cuánto cielo y sí, cuánto más
–cuánto de mí– compartimos.
(Cuánta arena de ese día)

Dueños de las olas,
uno con la espuma,
dos con tu marea, con la mía,
siempre, con la nuestra.

(Un día, se llevó tu sombrero)

De tu mano
fui enamorándome de él.
Siempre tan rebelde,
como nunca, tan azul.

Aún recuerdo
su horizonte pintado en tus ojos
(¿recuerdas tú, los míos en él?).
Pude acariciar cada gota de sol
cuando estuve contigo.

Y sí, finalmente, me hiciste como él.
Insaciable. Incansable.

De nuevo, como tú,
invencible.

Las olas no podrán contigo en mi memoria.
No. No serás sólo una huella en la arena de Acapulco.
Serás el estruendoso suspirar salado de mis aliadas,
serás ese sonido descalzo.
Mío.

Estás muy en él, tú siempre estarás en él
y él conmigo, y así
–gracias a Dios–,
tú, conmigo.


…the fundamental things apply
as time goes by…

No hay comentarios:

Publicar un comentario