domingo, 13 de noviembre de 2011

Contextos fuera II

A. La única forma que uno tiene de hablar sobre cosas verdaderamente importantes, cosas que tienen que ver con la existencia, es desmontando el cielo, ése que está partido en pedacitos. Ése que alguna vez vimos formarse, alinearse, construirse. Bien decía Heidegger (Heidegger era un libra y eso determinó, en gran medida, su pensamiento. Los astros nos mueven de formas ininteligibles, como se verá más adelante). 

B. Debe uno tener cuidado de no maltratar las esquinas, de no romper los bordes, de no alterar las filas y columnas que lo hacen, pues cualquier día puede ocurrir que se requiera armarlo de nuevo: para otra ventana, para otra tierra, para otra humanidad.

C. Los cielos son muy cotizados. Las nubes, preciadísimas. Qué sin ellas.

D. Al estar sumido en esta minuciosa tarea de quitar el pegamento, evitando que las piezas de las nubes se lastimen, es probable que uno analice detenidamente los números y las letras, y se dé cuenta de que su coordenada, su pedazo, su lugar, no existe. Hemos vivido engañados, todo el tiempo. La convergencia entre la fila L y la columna 11 no existe.

E. Las pláticas y las deconstrucciones continúan tejiéndose y, al final, D. se vuelve un detalle nimio (se verá más adelante). Sigo siendo la esquina inferior derecha de una nube que se incendia.

F. Parece, a simple vista, que los siguientes puntos en nada se relacionan con los anteriores. Luego desmadejamos las razones y descubrimos la falsedad de nuestras percepciones a priori.

G. Nos concentramos, entonces, en que la nube es posibilidad delirante; la nube que elegimos ser, la que condenso, la que llueves, ésa que soñamos.

H. Una posibilidad, dentro de todas. La puerta en el laberinto. La llave. La voluntad pétrea de perdernos dentro, de avanzar sin movernos.

I. Es posible. La compañía que uno encuentra en una casa abandonada, junto a un par de cervezas y a las diagonales que trazan las sombras de las paredes, dibujándose sobre el suelo habitado por los motivos que almacenamos para levantarnos por la mañana, delicadamente bordados en time lapses sobre las pupilas de los que observamos el paso de las hojas y las hormigas: tranquiliza.

J. La compañía de alguien que comprende es conditio sine qua non para la existencia. Sólo así nos constelamos. Sólo así, sus consecuencias: el brillo, la distancia, la comunidad de estrellas que son porque son juntas, porque brillan juntas, porque estiran sus aristas para tocarse las puntas de los dedos.

K. Estas constelaciones nos llevan a encontrarnos, a fijar la vista en lo que es realmente útil para ser. Lo que es necesario.

L. Aquello que hace imprescindibles a las estrellas es que podemos verlas aunque ya no existan.

M. En este sentido, la existencia no es requisito obligatorio para ser. Sí, así como se lee.

N. Somos la constelación que cae, pirotecnia de un cielo que se parte en pedacitos. Somos, a veces.

1 comentario:

  1. "K. Estas constelaciones nos llevan a encontrarnos, a fijar la vista en lo que es realmente útil para ser. Lo que es necesario."

    Ese fue mi favorito. Sé que no platicamos mucho, pero me gusta mucho como escribes y lo linda que eres. Me da gusto compartir caminos.

    ¡Abrazos!

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