viernes, 25 de diciembre de 2009

Una noche vacía en París



Una noche vacía en París. Una noche de hielo, de nieve, de viento frío que me arde, que me parte los labios. Y si se muere. Y si se acaba. Pasan lentamente frente a mi mirada, frente a mi carátula roja de miedo, frente a mí. Disfrazadas. Una a una, gota a agua, luz a vela, sangre a tiempo de arena de mar. Mira. Miedo. Vacío, vacío, vacío. Me quiebra una pluma con la última lágrima de esta tinta azulada. Me tiñe de verde los huecos del ansia, me calma a gritos despavoridos y cortos. Me amarra las ganas. Sus voces me siguen, sus voces me matan. Por qué tú no hablas, por qué tú no callas, para darme un destino, para robarme el nombre, para nada. Por qué te ríes de mi escultura de mármol distante, distinto y callado. Por qué me confundes con las sábanas blancas, dobladas, puestas, tiradas, mojadas y viudas. Como si esta mañana fuera poco, como si sólo fuera nada. Me faltas. Tus velos de plata, tus voces doradas, tus cuentos de duendes, tus dedos de hada. Me fallas. Tus dulces delirios, tus polvos astrales, tus palabras mágicas. Te extraño. Viejo sabio, médico de mi suelo, de mis pies, de mis canas. Te anhelo. Tus tontos ronquidos, tus manos saladas, tu silencio que falta. Y el mundo se cae a pedazos, de bala, de gritos, de granadas blancas. De civiles sin nombre que caen por la barranca de los noticieros que nunca se callan, que son una mierda y que siguen y siguen y siguen y acaban. Camino descalza por las entrañas de una noche helada, de una noche más, de una mañana que no viene y de un sol que se cansa. Y tengo tanto miedo de las plantas, de los finales felices, de las ventanas, de la fortuna que acecha, de los ecos de la calle, de las banquetas amargas y de tu sueño que ya no me oye mentir. Tengo miedo de mañana. Tengo tanto miedo de que siga, de que se termine, de que se despierte, de que se quede así hasta mañana. Y sigo durmiendo sin tregua ni cama, sin pelos, sin dientes y con máscara. Desnuda, sola, sola. Mis ojos, mis pestañas. El agua que se arrastra hasta el techo y luego resbala. Los copos de nieve, perdidos, sonámbulos, tristes. París, de noche, una noche vacía, de hielo, de nieve, una noche de tantas. Mis labios partidos y una última palabra.

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